1. DÍA DEL PADRE
William Smart era un granjero estadounidense
que vivía con su familia en un pequeño poblado
del estado de Washington. Inesperadamente, su
vida se vió ensombrecida por una desgracia: su
esposa murió dando a luz a su sexto hijo.
Entonces Smart se vió ante la obligación de
atender solo a sus hijos y al mismo tiempo
trabajar para poder subsistir. Smart fue para sus
hijos padre y madre a la vez.
Tras el paso de los años, una de las hijas adultas
de William Smart, considerando que su padre merecía un homenaje apropiado,
sugirió, en 1909, la idea de instituir un día en homenaje a los padres. Fue así
como en junio de 1910, en la ciudad de Spokane (Estado de Washington), un
reducido grupo de personas celebró por primera vez el Día del Padre. Pronto
muchas ciudades comenzaron a adherirse a la celebraciones.
Pese a que en 1924, el entonces presidente de los Estados Unidos, Calvin
Coolidge, se mostraba favorable a la idea de celebrar dicha fecha a nivel
nacional, el Día del Padre recién adquirió carácter oficial en territorio
norteamericano cuando Lindón Johnson estableció la fecha oficialmente en
1966, el tercer domingo de junio.
El Día del Padre constituye un justo homenaje para los millones de hombres
que decidieron un día formar una familia, a la que brindan todo su amor y se
entregan con tesón indesmayable al trabajo, para poder ofrecer a sus hijos una
vida digna.
Asimismo, el deber de un padre no termina al momento de alimentar, regalar
una prenda o dar propina al hijo. Prodigar cariño, saber escuchar, brindar
consejo oportuno, compartir con los hijos y esposa momentos especiales
contribuyen a consolidar la unión familiar. Es necesario recordar que el amor no
está reñido con el respeto que los hijos tienen que tener con los padres. Esto no
se consigue por
medio de la violencia y el miedo, sino a través del amor, el respeto y la
comprensión.